Todo el mundo conoce el termino Yoga, pero ¿se sabe exactamente lo que la palabra significa?
El mercado del yoga ha abierto sus puertas a todos los profesionales de marketing, convirtiéndose en víctima de los medios de comunicación, haciendo de él un objeto de consumo por medio de reportajes y publicidad: “Yoga en diez lecciones” “La salud por el yoga”, etc. Sin olvidarnos de los numerosos libros con relatos detalladísimos de las experiencias vividas por seres excepcionales.
Con frecuencia la práctica de yoga se ve como una enseñanza de tipo gimnástica o como un contorsionismo en busca de hazañas acrobáticas. También se le vincula a un sistema filosófico, religioso, dietético, y a un exhibicionismo en el vestir con aires de iluminados que nada tiene que ver con la realidad.
Bajo el pretexto de hacer yoga, se puede decir que cualquiera se ha puesto a hacer y predicar cualquier cosa. En ese contexto, la palabra yoga pierde su significación y valor.
El yoga, en realidad, nos permite volver a encontrar la fuerza de los valores auténticos
¿Qué es el Yoga?
El Yoga es esencialmente un método. Una disciplina de dominio mental que utiliza, en particular, ejercicios corporales.
Clásicamente, el Yoga se define como la capacidad de orientar la actividad mental en una dirección elegida.
El Yoga permite, además, acceder gradualmente a una mayor estabilidad interior y adquirir una gran habilidad para la acción. Es, pues, un medio de evolución personal.
El Yoga es universal. No debe confundirse con el hinduismo, no es ni una religión ni una doctrina, así como tampoco es necesario adherirse a una ideología particular para practicarlo.
Postura y respiración
El Yoga comprende diversas prácticas. En base a éstas se encuentran ejercicios físicos o posturas, que conllevan movimientos y posiciones del cuerpo.
Las posturas van acompañadas de una respiración regulada, con frecuencia lenta y rítmica, así como una atención particular. En una sesión práctica, las âsanas se suceden en un orden determinado.
Durante toda la sesión, el practicante observa con la mayor atención las sensaciones que experimenta en el plano muscular, articular y visceral. Además, se le lleva progresivamente a armonizar respiración y movimiento cada vez con mayor atención, así como a marcar tiempos de descanso respiratorios, de los cuales, se producen efectos particulares.
La práctica de posturas se prolonga mediante el prânâyâma. Prânâyâma es, esencialmente, ejercicios de respiración rítmica y lenta, efectuados la mayoría de las veces un una postura sentada, estable y cómoda.
A través de âsana y prânâyâma desarrollamos paralelamente la concentración mental y el apaciguamiento de la mente.
Practicadas de este modo, las posturas y las respiraciones tienen una poderosa acción muy profunda y duradera.
Gracias a la práctica, aumenta considerablemente la resistencia y el cuerpo adquiere o conserva la flexibilidad y armonía. Por otro lado, la práctica bien ajustada es de gran eficacia en casos de tensión, insomnio, depresión, estrés, jaquecas, dolores de espalda, asma etc.
La práctica de las posturas y respiraciones se hace para “sí mismo” y su aprendizaje es progresivo. Idealmente, debería emprenderse con la ayuda de un profesor competente que puede asegurar la progresión justa.
Contenido basado en el artículo “El Yoga, una palabra conocida, un método mal conocido” de Claude Marechal.
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