La metodología fundamental de la enseñanza de Yoga, según la tradición de T. Krishnamacharya y T.K.V. Desikachar, es la importancia del papel de la persona que enseña y el establecimiento de una fuerte relación entre la persona que enseña y la persona que aprende, ya que la posibilidad de alcanzar el verdadero bienestar depende de la creación de esa conexión.
El concepto que se presenta en Yoga, es que es necesario tener una conexión con algo que sea positivo. Esta conexión debe ser constructiva para alcanzar un estado de mental en el que la persona se concentra en un objeto durante un cierto tiempo sin distracciones. En otras palabras, una conexión tan positiva, debe facilitar un estado de Yoga. Esta es la mismísima definición de Yoga. Cuando tenemos una conexión con algo que es constructivo, entonces integraremos esa creatividad. Es por ello, que la guía de alguien que pueda ayudarnos en la dirección es tan importante.
La elección de la persona que nos va a enseñar es muy importante. Y, la persona que aprende debe tener total confianza en la persona que enseña. La persona que enseña también debe demostrar un alto grado de cuidado y preocupación por la persona que aprende. Cuando tienes esta confianza, tanto en la conexión, como en la persona que enseña, entonces, definitivamente hay una mejora en la actitud mental.
En ausencia de una conexión tan positiva, entonces, ninguna cantidad de la práctica de Āsana puede producir un cambio o una transformación a nivel mental. Por eso, el Yoga funciona cuando existe una relación positiva, constructiva y segura. Si no existe tal relación, entonces la práctica de Āsana no hará ninguna diferencia. Una de las definiciones de Yoga es una conexión con una fuerza superior. Cuando tenemos tal conexión, recibimos algo.
Una buena relación entre la persona que enseña y la persona que aprende es imprescindible. En ningún momento debe haber abuso de la confianza. Al mismo tiempo, la persona que enseña también debe ser competente, porque únicamente la confianza y la buena intención no será suficiente. ¡Solo si hay agua en el pozo, se puede llenar un balde!
El yoga no es una tecnología en la que se pueda generalizar. El yoga respeta y honra a la persona y la alienta para una optimización en el uso de los recursos propios disponibles. Al mismo tiempo, para que sea eficaz, también requiere algo de tiempo y esfuerzo constante, tanto por parte de la persona que enseña como la persona que aprende.
Si inicialmente la persona que enseña no logra establecer una conexión con la persona que aprende, entonces, definitivamente, la transmisión del Yoga no será fácil. Pero ciertamente, se debe hacer un esfuerzo para generar confianza. No es como si debiéramos enseñar solo Yoga. Esta relación se podría sustentar simplemente escuchando a la persona.
Una vez, un estudiante extranjero, que estaba en un estado mental muy perturbado, fue a ver a T.K.V. Desikachar. La persona que T.K.V. Desikachar designó para enseñarle, no comenzó enseñándole Yoga directamente. Si no que, en un principio, simplemente le llevaba a pasear por diferentes zonas de la ciudad. En estos paseos, pudo vislumbrar como vivían otras personas, menos privilegiadas. De una manera indirecta, esta nueva realidad le causó un gran impacto. Hasta entonces, había estado tan inmerso en sus propios problemas que era incapaz de apreciar que, en realidad, era muy afortunado. A partir de ese momento, su actitud cambió, esta exposición a otra realidad le conmocionó de tal manera que le hizo salir de su ensimismamiento y adquirir una perspectiva más realista de su situación.
Esta nueva toma de conciencia tuvo tal impacto en esta persona, que hasta entonces había estado inmersa en sus propios problemas, que cuando se vio a sí misma mucho más afortunada que muchos otros, su actitud cambió de manera radical. Ya estaba preparado para profundizar en su práctica de yoga y comenzar un camino de transformación.
Este acercamiento al Yoga tan particular en la enseñanza de T. Krishnamacharya y T.K.V. Desikachar, invita a las personas que enseñan a realizar un esfuerzo para ser creativos e innovar, para que elaboren prácticas muy específicas e individualizadas que ayuden a la persona que busca atención individual de la manera más efectiva y ajustada posible.
Es por esto qué, uno de los sinónimos de la palabra Yoga es el término “Yukti” o inteligencia. Necesitamos utilizar nuestra inteligencia y creatividad para marcar la diferencia. A menudo, no somos conscientes de nuestros propios recursos. Tenemos un potencial tremendo, pero raras veces somos conscientes de ese gran potencial, de lo que realmente somos capaces de realizar. Esta habilidad no se puede comprar, si no que reside en nosotros. Tenemos mucho potencial, según sea nuestro entorno, ese potencial se manifestará. Que usemos este potencial constructivamente o no, será nuestra elección.
Por ejemplo, el caso de un preso al que un funcionario de prisiones animó a que estudiara un doctorado. Se le permitió asistir a la universidad todos los días. A las cinco, todas las noches, este hombre volvía a la prisión. Hoy, esta persona está trabajando en una universidad como conferenciante. Se le han reducido sus años de condena. ¿Cómo se produjo este cambio? ¿Fue porque se le dio la oportunidad de utilizar sus propios recursos por una persona que vio su potencial y le habilitó los medios para que realizara ese potencial?
Esto también es lo que cada uno de nosotros, como profesores y terapeutas de Yoga, necesitamos hacer: pulir el potencial específico de cada persona, ayudarle a tomar conciencia de ese potencial y guiarle con todos los medios posibles para que logre desarrollar ese potencial.
Un buen enseñante de yoga camina al lado de la persona que aprende, ofreciendo su apoyo y dándole espacio necesario para que la persona que aprende evalúe sus opciones y realice sus elecciones de forma independiente y sin miedo.
El yoga no forma parte de un marco fijo en forma de caja. El Yoga Sūtra 1.39, Yathā abhimata dhyānāt vā, indica que es posible utilizar cualquier tipo de acercamiento o técnica que aporte tranquilidad a la mente.
Meditación, confianza en una fuerza superior, ejercicios de respiración, Āsana, modificación de actitudes, relaciones con personas … estas y muchas más son las opciones que ofrece el Yoga.
En muchos sentidos, el yoga es como un mega centro comercial, donde encuentras de todo, desde un pin, hasta el más moderno dispositivo digital.
Pero lo que hace que una práctica de Yoga sea eficaz, es la sensibilidad con la que sea aplicada por la persona que enseña a la persona que aprende, teniendo en cuenta las variadas situaciones de la vida, las necesidades cambiantes y los diferentes retos a los que se tiene que enfrentar la persona que practica.
Este enfoque de la aplicación del yoga, está totalmente centrado en las necesidades específicas de la persona, para que a través de los recursos propios adquiera la habilidad para gestionar las circunstancias que surjan en los diferentes niveles o envolturas de su vida. Nivel físico, nivel energético o respiratorio, nivel mental, a nivel emocional o del discernimiento y a nivel del bienestar más sutil, más profundo, el espiritual.
La particularidad de este enfoque es el sello distintivo de la enseñanza de la tradición de Śrī T Krishnamacharya y Śrī TKV Desikachar.
Contenido basado en el artículo “At the very heart of Yoga” de Nrithya Jagannathan, Darshanam de junio de 2021, Krishnamacharya Yoga Mandiram.
Primera Parte: La atención individual: La esencia del Yoga.
Segunda Parte: La aplicación de las herramientas del Yoga.
Tercera Parte: Las herramientas de un programa personalizado.
Cuarta Parte: Conexión entre la persona que enseña y la que aprende.
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2 Comments
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